1996 | Diálogo con un amigo beréber
Dos colegas unidos por la misma profesión desde más de cuarenta años; en plena juventud no cesaban de debatir asuntos serios de la vida.
Ahora, después de cuarenta años y pico, el pelo encanecido, dialogan en público acerca de un tema que supera sus personalidades, el tema del amazig.
Si yo tuviera una existencia firme, estable que habla, y el meollo de mi vida y de mi muerte mi fe en Dios, en su profeta y en el Último día, pues no daña mi gran asunto, ni influye en mi fe si el idioma de mi niñez está ligado a mi memoria, las palabras de una abuela, el sabor de un dialecto, y la composición de un proverbio que se inventó el ingenio de mis antepasados beréberes, mis ancestros amazig, mis ascendentes rifenios y todo lo que hay allí. Y la compuso la sabiduría de una lengua. No rivaliza dentro de mi la cuestión de una cultura beréber, amazig, rifenia, mi verdadero gran asunto más de lo que rivaliza la rama de un árbol su tronco.